Buscar este blog

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sobre la actualidad social del sitio.

El parque Olaya Herrera, por su ubicación y condición de lugar público y de libre esparcimiento es visitado por decenas de personas a diario que buscan algo de libertad, naturaleza y espacio en medio de una ciudad cada vez más estrecha y atestada. El hecho de que el parque sea un predio urbano donde no hay construcciones privadas y aparentemente de nadie o de quien quiera (que es el concepto que muchos tienen de público) da lugar a dos situaciones recurrentes:
1. No existe el arraigo propio de un barrio común porque no hay población estática, sus visitantes son solo eso, allí no vive nadie y todos son itinerantes por lo que carece de la apropiación territorial regular de los sectores barriales, el arraigo es muy diferente ya que hay quienes se apropian del sector (apropiación que obedece más al voluntarismo de muchos)  como su territorio por  que pasan allí mucho tiempo y practican actividades distendidas y tildadas de ilegales como el consumo de marihuana generalmente, alegan libertad y respeto por no causar mal a nadie: un espacio de tolerancia.
2. Constantemente colisionan allí  las dos fuerzas predominantes: las fuerzas del orden institucional representadas por la policía haciendo uso de la represión, y las fuerzas de la juventud en una postura de exigencia de libertad y respeto al libre desarrollo de la personalidad, que con su presencia  constante reclaman un espacio libre de abusos  policiales y tolerante ante las prácticas ya mencionadas, pues hay tanta presencia de unos como de otros en lo que recrea la figura de un escenario en disputa, se presenta constantemente el elemento sociológico del conflicto, manteniendo las proporciones claro está,  pues este grupo desengranado no constituye un movimiento étnico si no mas bien una postura social.
La opinión más recurrente que sale del grupo humano desarticulado de consumidores del sector es que el sistema los ataca pero en ningún momento hace visibles sus derechos, en palabras textuales de uno de ellos: “la ciudad debería dar un sector libre, donde se respeten estos gustos siempre que no se le haga mal a nadie”, por razones obvias este punto es el de mas discrepancia de gran parte de la sociedad, siempre es asociado el consumo de drogas con la delincuencia y pocos van a creer en este tipo de aceptación parcial de la legitimidad.    
La ocupación del lugar no es algo nuevo, según un visitante antiguo del parque desde  hace unos 20 años aproximadamente ya se veían practicas de consumo y distribución de marihuana  debido a la ubicación del terreno, esta se presta; lógicamente en menor medida ya que el predio en ese entonces era la mitad de lo que es hoy. Añade que es de los pocos lugares de la ciudad que se ha salvado de la urbanización y se ha conservado natural, eso es algo que se le reconoce a la administración pública pero que no justifica los abusos por parte de la ley alegando cuidar al parque.
Pero hay otro tipo de ocupaciones un tanto menos conflictivas, en las tardes se puede ver las manifestaciones artísticas que traen los “artistas de la calle” representantes del arte urbano de semáforo que muestran sus números y practican en un sano aprovechamiento del lugar.  También están la gran mayoría de deportistas amateur  que se dan cita en las noches y en mayor número los domingos para la práctica de microfútbol, baloncesto, atletismo y aeróbicos, practicas más comunes que no presentan alteración por compartir el espacio con fumadores, lógicamente con algunas excepciones.

Por lo demás lo que se puede observar en el Olaya no difiere mucho de las costumbres típicas del centro de la ciudad, el flujo de vendedores ambulantes es más reducido que en otros sectores, el tránsito peatonal es  alto por la cercanía de barrios como Centenario y  San Nicolás  con las calles céntricas lo que facilita ir a pie, el tráfico vehicular es alto dado que atraviesa la avenida del ferrocarril y por la ubicación de dos estaciones de megabus en el sector. 

domingo, 3 de octubre de 2010

Una versión inédita de momentos en la historia del parque Olaya.

El complejo mecanismo del enorme reloj mecánico de la antigua estación del ferrocarril dejo de funcionar hace exactamente 23 años después de que falleciera su habitual maquinista, un anciano caleño experto en relojería a gran escala, único que literalmente lo ponía a "marchar". Sin falta cada cuarto de hora sonaba, además daba tantos campanasos como horas fueran en punto. Las cuatro caras mirando a cada costado de la estación son apenas la parte visible de una perfecta sincronía de alambres y piñones, mecánica pura, como lo muestra la imagen.




La parte baja del parque conocida como la media torta es joven, tiene apenas unos 20 años y tomo forma después de un relleno en el terreno hasta entonces profundo que ya cubría la vieja quebrada Egoya. Antes de eso el parque solo comprendia el espacio del frente de la gobernacion y era vecino del antiguo barrio "corea" (hoy parte de centenario) sitio marginal de calles destapadas y casas de esterilla (1960 aprox.) guarida de muchos amigos de lo ajeno que "operaban" en el parque.




Para el mantenimiento de las locomotoras estaba destinado un enorme taller a pocos metros de la estación (lo que hoy es el cc Locatel) , allí además de hacer reparaciones se proveía de agua y carbón a las maquinas, de manera que garantizara un óptimo funcionamiento en los recorridos entre pereira, armenia manizales y norte del valle. Algunas tarifas del año de 1928 eran: 70 centavos a Armenia y 50 centavos a Manizales. Una de las ultimas locomotoras que llego, por la década de los 50 hoy descansa frente al terminal, arrastraba un máximo de 6 vagones.




Hasta hace pocos años la calle 19 atravesaba el sector justo en frente a la gobernacion, de ahí para allá  el  ambiente natural, con mucho menos cemento que  ahora, fue sembrado en los inicios del parque con arboles de mango, madroño y pomarrosa, algunos de ellos hoy alcanzan los 90 años. Una vieja historia habla de un antiguo cuidador del parque apodado "bolívar" (1965) que castigaba a quien atentara contra los arboles o robara sus frutos, por lo general niños, encerrándolos por horas en una pieza ubicada en el interior del montículo o tarima adoquinada que esta en el centro del parque, esa pieza todavía existe, y muchos quienes pasan por ahí no se percatan del sótano que hay bajo la hueca tarima. La imagen da cuenta de ello.




La estructura del edificio de la antigua estación cuenta con una gruesa plancha de concreto que separa los dos pisos que la componen, sobresale varios metros al aire sin aparentes soportes, su resistencia no seria tal si no estuviera construida con rieles de la carrilera a manera de vigas.Gracias a ese detalle Pereira cuenta con un edificio considerado patrimonio histórico que ha sobrevivido ya casi cien años y varios terremotos.




Gracias al transporte férreo muchos campesinos pudieron sacar sus productos con mas facilidad a la ciudad. De las veredas aledañas de Pereira llegaban diariamente decenas de bultos de naranja, guama, mandarina, racimos de plátano,banano y muchos mas que se descargaban a un lado de la estación en pleno parque, ahí se parqueaban los transportes de carga mas populares de la época: las carretillas, que movían los productos hasta la antigua galería sobre la 10 con 17.  De todos esos carretilleros hoy en el parque solo queda uno, José Bedoya que con 75 abriles a cuestas a pasado casi toda su vida trabajando al lado de la estación. Fue el quien nos suministró la información para esta versión inédita de algunos momentos históricos del parque Olaya.